domingo, 7 de febrero de 2010

Una mirada respetuosa a los enterratorios indígenas del Bajo de Ramos Mexía



El bajo era un buen lugar para vivir. Los guanacos llegaban sedientos al manantial y era fácil cazarlos, para sacarles abrigo y comida. En el bajo había sombra y agua fresca. En el bajo casi nunca caía nieve, a pesar de los duros inviernos. Por eso estuvieron allí, los antiguos. Dejaron sus pinturas de misterio. Enterraron a sus muertos y levantaron las piedras de la memoria. Marcaron el territorio, ellos. Se fueron hace mucho, pero siguen estando. El aire respira silencios y el viento trae alguna melodía que el oído no puede entender. El bajo era un buen lugar para vivir y también fue un buen lugar para morir. Respeto, que nadie perturbe el descanso de los antiguos.
(Ver, más abajo, una breve descripción del Bajo de Ramos Mexía, antes 'Corral Chic0', en el sur de Río Negro)

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